sábado, 14 de julio de 2018

Un Verano en cinco sentidos




Aún mantengo en mi memoria olfativa el aroma a jazmín al despertar, en la habitación que daba al patio, en casa de mi abuela Dolores. La suave brisa, refrescada por el rocío, penetraba a través de la mosquitera y alguna cigarra madrugadora auguraba un intenso día con su canto.
Poco a poco la vida se iba desperezando e invadiendo de sonidos mi entorno: el aleteo de las palomas, el ronroneo de los gatos y el baile de cacharros en la cocina, que tocaban diana.
Enseguida me levantaba, me aseaba y cual perrito faldero, iba delante y detrás de mi paciente abuela.
Cada día era una aventura en mi periplo estival.
Con el abuelo Vicente preparaba la comida para las gallinas y las palomas. Me encantaba el tacto del pan que ponía en remojo. Era uno de mis placeres secretos: sumergir las manos en esa escurridiza masa.
Después íbamos a ponerles la comida y aprovechábamos el momento de descuido para ir a recoger los huevos. Ese era el momento de mayor descarga de adrenalina. Era una niña muy curiosa e intrépida, pero asustadiza a la vez y el hecho de invadir la propiedad privada de esos seres emplumados y usurpar su tesoro más preciado, me hacía correr, como alma que lleva el diablo, hacia el interior de la casa, como si tocaran a rebato.
En alguna ocasión iba a hacerles alguna visita, en son de paz, y a merendar de paso, pues el gallinero estaba al cobijo de una inmensa higuera. Recuerdo ese sabor delicioso del fruto recién recolectado, que más que una merienda, era una golosina para mí.
Las noches tenían otro encanto. Salíamos a la puerta, con nuestras sillas a tomar el fresco.  "Prendre la frescor", se dice por nuestras tierras y era el momento más distendido del día. La vecina, Tonica, se sentaba con nosotros, además de algún hijo o nieto que fuera a visitarla o a quedarse (como yo), y era el momento de ponerse al día, de contar chascarrillos o simplemente disfrutar de ese momento de asueto.

Es curioso lo que somos capaces de recordar. Si te concentras un poco y cierras los ojos puedes viajar a cualquier lugar, aroma o sabor que haya marcado tu vida.



Y sin duda, el sabor que ha marcado mis veranos en casa de los abuelos es el  "agua-limón".
La receta es bien sencilla, se prepara en un santiamén y hará las delicias de pequeños y grandes.



Aigua-llimó de la iaia Dolores






INGREDIENTES:
- 2 lts. de agua
- 200 gr. de azúcar
- 1/2 kg de limones bien lavados

UTENSILIOS NECESARIOS:
- Una olla, de unos 4 lts de capacidad
- Un rallador fino
- Un colador
- Unas jarras o  botellas

ELABORACIÓN:

Ponemos una olla a calentar, al mínimo, con el azúcar hasta que este se disuelva.




Mientras, rallamos los limones con sumo cuidado evitando la parte blanca para que no amargue.



Añadimos la ralladura al agua de la olla.
Cuando se haya disuelto todo el azúcar, apagad el fuego.



Exprimimos los limones y los añadimos a la olla.



Es el momento de probarlo para poder corregir cualquier exceso o carencia  de acidez o de dulzor.
Lo dejamos reposar una media hora y lo volvemos a probar. La ralladura habrá teñido la mezcla y habrá dado un toque de sabor.
Lo colamos cuando sea conveniente y lo refrigeramos.



Si disponéis de una heladera, podéis hacer un delicioso granizado (siguiendo las instrucciones de vuestro aparato) y si no, pues al congelador, y cada media hora lo pasamos por la batidora hasta conseguir la textura deseada.
Pero líquida está igual de rica.



Si os apetece, para servirlo, le podéis poner unas hojas de hierbabuena.



Espero que lo hagáis, que lo disfrutéis y que  lo compartáis  con vuestros amigos, hijos o nietos.

Un placer volver a compartir con vosotros estos pedacitos de mí.
Muchas gracias Ana, por animarme a escribir otra vez.

Hasta el próximo dulce y...

Bon profit!


2 comentarios:

  1. Que recuerdos tan bonitos...y que tiempos aquellos que sin duda nos han marcado una agradable infancia.
    Cuanto amor se tenía a la tierra,..a los animales y a las cosas sencillas de la vida.
    Hoy nuestros hijos lo tendrán todo...pero nosotros con menos disfrutábamos más y valorabamos también más las cosas.8
    El agua de limón muy rico y refrescante. .
    Para esas tardes de calor y para esas noches donde el olor de las flores nos recuerdan a nuestra infancia.
    Besosss
    Gracias por recordarnos esos maravillosos años

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    Respuestas
    1. Así es, teníamos menos y disfrutábamos más y nunca, nunca llegamos a aburrirnos.
      Muchas gracias por tu comentario
      Un saludo

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