viernes, 27 de marzo de 2020

Mi merienda

Recuerdo que durante mi infancia raras veces tomaba bollería industrial. Normalmente para merendar me zampaba un bocata de jamón cocido y queso, o alguna rebanada de pan de bombón con mantequilla y azúcar o con leche condensada y cacao en polvo por encima (miro mis cartucheras y ahora lo entiendo), mientras veía Barrio Sésamo. Mi madre casi nunca nos compraba bollería industrial. En las pocas ocasiones que comíamos bollería se trataba de algún bizcocho hecho por ella o comprado en la sucursal que la panadería de Carrillo tenía en la Calle del Mar.
Y no porque no hubiera un amplio surtido, porque recuerdo esos pastelitos, con envases súper llamativos y coloridos, muchas veces con "pegatinas" de las series de dibujos del momento, sin duda, para captar clientela.
Dentro de esa bollería "industrial" había uno que sí me atraía más que otros, porque era lo que más me gustaba, y me sigue gustando. Una cosa que se llamaba "Mi Merienda" que venía a ser algo así como un bollo alargado, con una chocolatina (igual que el ""Bollicao", pero con el chocolate aparte), cuyas instrucciones para zamparlo eran tan simples como: abrir el bollo por la mitad, con las manos por supuesto, "pelar" la chocolatina, partirla por la mitad, introducirla en el bollo, cerrar y devorar. Otro método era el de pelar la chocolatina, coger con la mano derecha el bollo, con la izquierda el chocolate, y dar un bocado alterno a cada mano...Y decía que era el que más me atraía, porque me encanta el dulce, lo sabéis, pero como casi siempre pasa, en la sencillez está la virtud. Lo que más me gusta es un trozo de pan, del bueno y unas onzas de chocolate...
Y hablando de bollería industrial, la receta que hoy os propongo la  he descubierto en un blog: La cocina de los Elfos y  me encantaría compartirla con vosotros.  Los que tenéis niños lo haréis sin dudar, porque es una sencilla forma de dar bollería, que parece industrial, pero casera. Soy consciente que no es muy aconsejable dar dulces a los niños, pero tampoco es adecuado para nosotros y con esto quiero decir, abusar de ello.
Muy de vez en cuando, igual que a nosotros nos apetece "algo dulce" y abrimos la despensa, a los niños también les apetece y con esto nos aseguramos que no lleva nada de conservantes ni grasas no deseadas.

Son unos ricos bollos con pepitas de chocolate que asemejan a los "Weikis" o "Doowaps"

BOLLOS CON PEPITAS DE CHOCOLATE (para una docena, más o menos)

Ingredientes:
  • 150 gr de "roux" de agua ( 100gr de agua y 30 gr de harina de fuerza)
  • 250 gr de harina de fuerza
  • 100 gr de harina panificable
  • 60 gr de azúcar
  • 12 gr de levadura fresca o 4 gr de la seca
  • 5 gr de sal
  • 1 huevo L
  • 30 gr de leche
  • 50 gr de nata para montar
  • 60 gr de mantequilla a temperatura ambiente en daditos.
  • 150 gr de pepitas de chocolate
Para pincelar
  • 1 yema
  • 3 cdas de nata
  • 1 cda de miel


Elaboración:

Primero hacemos el "roux" de agua o "tang zhong". Para ello ponemos el agua y la harina en un cazo y lo movemos con unas varillas sin parar. Cuando empiece a espesar lo retiramos del fuego y seguimos batiendo unos segundos más.
Es algo así como una bechamel, para que os hagáis a la idea de la textura que ha de tener.



Lo pasamos a un bol y lo cubrimos a piel con un film. A piel es en contacto el film con la crema, para que no haga costra.
Lo dejamos enfriar.

Ya frío, comenzamos.
Se puede hacer a mano o con amasadora. Lo recomiendo.
En el bol de la amasadora y con el gancho, ponemos todos los ingredientes excepto la mantequilla.
Lo amasados durante 12 o 15 minutos a velocidad media.





Pasado este tiempo habrá adquirido la forma de una bola de masa. Entonces incorporamos la mantequilla y seguimos amasando hasta que se integre por completo.



Una vez tenga un aspecto satinado y sedoso paramos y hacemos la prueba de la membrana. Cogemos la masa por un extremo y con las dos manos debemos tirar de ella hasta que se vuelva una membrana transparente. Si se rompe y se forman círculos perfectos significa que la masa está lista.



La ponemos en la mesa, la extendemos un poco y la cubrimos con las pepitas de chocolate. La plegamos como un libro y formamos una bola. Debemos intentar que el chocolate se reparta por toda la masa. 






La colocamos en un bol y la dejamos que duplique su tamaño. Unas 2 o 3 horas.





Una vez lista la volcamos en la mesa y cortamos porciones de 70 a 75 gr. Saldrán unas 11 o 12.




Las boleamos para darle forma redondeada y las colocamos sobre un papel de hornear con cierta separación para que no se peguen.
Cubrimos con film engrasado y lo dejamos reposar otras 3 horas.




Precalentamos el horno a 190°C
Las pincelamos con la mezcla de yema, nata y miel y las horneamos entre 15 y 18 minutos o hasta que estén doraditos.




Las dejamos enfriar sobre una rejilla





Se pueden congelar, pero vamos, que si las dejáis en un recipiente hermético también os durarán unos días… si vuestra fuerza de voluntad os lo permite. Aunque a partir del segundo día el bollo empieza a endurecerse.

Otra opción, si no queréis hacerlas todas dulces, es separar la mitad de la masa, ponéis en una mitad, la mitad del chocolate y la otra mitad sin nada. Así, una vez horneadas, las que no llevan chocolate, las podéis abrir por la mitad y rellenar con alguna crema de queso y salmón, con sobrasada y queso... imaginación al poder.


Hacedlas, no cuesta nada. Están muy ricas. Bollería sí, pero con moderación y esto va para todos nosotros.
Ya se que esto es un blog de repostería, pero os animo a comer dulce con moderación y siempre haciendo ejercicio de forma regular.
Debemos llevar una forma de vida lo más saludable posible y más en la situación de encierro en que estamos ahora

Hasta el próximo dulce y...

Bon profit!!

martes, 17 de marzo de 2020

Un San Patricio muy especial

Pero no por bueno. Por diferente, por raro, por atípico. Un San Patricio que no será celebrado en Dublín, que no se celebrará en los pubs porque están cerrados.

Este año 2020 será recordado por todos y pasará a formar parte de los libros de historia.

Pese a los raros días que estamos viviendo todos, no hemos de dejar de sonreír y pensar que pronto pasará. Hagamos esto más llevadero y celebremos nuestro San Patricio particular (aunque sea algún día después, la cuestión es celebrarlo). Para ello os propongo una receta riquísima de estofado irlandés con Guinness,  que he compartido en mi blog de cervezas: https://elmundoencervezas.blogspot
Pero como este es un blog de repostería hoy vamos a hacer un pan para acompañar el estofado, dicho sea de paso, vale para cualquier ocasión porque está riquísimo y en un pis-pás está hecho.

Además, siempre me es grato hacer alguna receta que me recuerde el maravilloso viaje que hicimos en coche por Irlanda.

Cliffs of Moher

Pan de soda irlandés

Ingredientes:

- 410 ml de leche entera
- 10 ml de zumo de limón
- 1 huevo L
- 515 gr de harina de todo uso
- 40 gr de azúcar
- 70 gr de mantequilla fría en daditos
- 1 cta de sal
- 1 cta de bicarbonato
- 150 gr de pasas (opcional)

Elaboración:

Preparamos un "buttermilk". Esto es poner en un recipiente la leche y el limón y lo dejamos reposar 10 minutos.



Precalentamos el horno a 200°C con calor por abajo.
Hay dos opciones. La primera es hornear como hogaza y para ello cubrimos una bandeja de horno con papel vegetal. Y la segunda hornear en un molde. Para ello forramos un molde rectangular, tipo plum cake, de unos 24 x 12 cm aproximadamente.
Podemos usar un molde de silicona en su lugar, tal cual: sin forrar ni engrasar.

Empezamos.
Ponemos en un bol la harina tamizada, el bicarbonato y la sal y mezclamos un poco.


Añadimos la mantequilla en daditos y mezclamos con las puntas de los dedos.


Mezclamos hasta que se integre bien.


Añadimos el huevo batido al al buttermilk y lo mezclamos.


Lo añadimos a la mezcla anterior y mezclamos a mano o con una espátula. Debe resultar una mezcla muy pringosa.
Aquí podéis hacer dos cosas.
Bien añadir más harina y trabajar la masa como una masa dura y hacer una hogaza o bien dejar la masa pringosa y verterla directamente sobre el molde.







Si la vais a trabajar como una hogaza, necesitaréis añadir un poco más de harina a la masa y hacer algún que otro pliegue.
Una vez conseguida la textura adecuada, dejamos de amasar.
Si os gustan las pasas,  abrid la masa como si fuera un libro, plegado y amasad hasta integrarlas, si no os gustan, obviamos este paso.
Boleamos, dándole un poco de tensión a la masa y colocamos sobre un papel de horno.





Con un cuchillo bien hacemos un corte en forma de cruz. Esto es muy característico en este pan. Además ayuda a que se cueza bien por dentro.


Introducimos en el horno y cocemos durante 30 minutos. Ponemos calor arriba y abajo y cocemos 15 minutos más.
Con un palito podéis comprobar si sale sucio. De ser así horneamos hasta que salga limpio. Si veis que falta bastante cocción y está muy dorado, cubrimos con un papel de aluminio para evitar que se queme.
Sacamos del horno y enfriamos sobre una rejilla.





Esta es la otra forma de hacerlo, con molde. Como es muy pegajosa, para poder extender bien la masa y que quede bien plana, nos mojamos las manos con agua y como por arte de magia, la masa no se pega y se puede alisar.

Aquí podéis ver que lleva pasas la mitad del pan. Para ello lo que hice fue: una vez los ingredientes bien integrados, puse la mitad de la masa en el molde desde el centro hacia hacia un lado; añadí 75 gr de pasas al bol y mezclé hasta integrarlas. Puse la masa del centro hacia el otro extremo. Me humedecí las manos para alisarla.

La forma de cocción es idéntica a la anterior.


De las dos formas, me quedo con la segunda. Me gusta mucho más la textura y el sabor. Al llevar menos harina queda mucho más jugosa.
Es muy rápido de hacer. En una hora tendréis un pan riquísimo.

Hay muchas otras versiones, no dulces, del pan de soda. Pero hoy he querido compartir este.
Probadlo, no os defraudará.

El acompañamiento ideal para este pan es cualquier cosa. Tanto para desayunar, como para acompañar el riquísimo estofado de Guinness.



Que acabéis de pasar bien el día de San Patricio.
Nosotros lo celebraremos encerrados en casa (como se aconseja hacerlo en estos días) con una buena Guinness.

Hasta el próximo dulce y...
Bon profit!